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No pasa nada

Juicio por prostitución, violación y abuso de menores

He aquí la noticia que días anteriores tuve que preparar para una práctica: la del espeluznante juicio de trata de blancas.

“Han sido unas bestias”

La menor N.M. confirma que los acusados Vasile Anghelescu, Gasi Sacir e Ibrahim Saliovski la obligaron a ella y a su hermana pequeña a ejercer la prostitución bajo agresiones y amenazas contínuas.


Hace casi tres años, cuando contaba con quince de edad, N.M. vino desde Rumanía a nuestro país con la convicción de que trabajaría en el sector textil o de hostelería para poder sustentar la precaria economía en la que se hallaba su familia pero se estampó contra una realidad bien distinta.

En el juicio que procesa a sus presuntos agresores, N.M. declara en calidad de testigo protegido, por lo que se le oculta de las miradas de los acusados con un biombo. A ratos en catalán, a ratos en castellano y visiblemente nerviosa, explica que llegó a Badalona, donde la separaron de su hermana menor. Se alojó en el piso de Vasile, también rumano, quien le ofreció trabajo. “No tenía ni idea de que en aquella casa se practicara la prostitución cuando llegué pero había varias mujeres que vestían muy vulgar y al limpiar la casa encontraba condones por allí, por eso me di cuenta”. Según N. M., Vasile la golpeaba durante su estancia en el piso y falsificó su documentación para facilitar su propia venta. “Un día, Vasile me llevó a un bar de la Rambla y me dijo que ya podría empezar mi trabajo”. Aquel día, Vasile vendió a N. a un albanés apodado Luciano (supuesto sobrenombre del acusado Gasi Sacir) y ahí empieza un nuevo calvario para la menor. Cuando habla de su hermana, su nerviosismo y su emoción aumentan visiblemente: “Pregunté por ella y me dijeron que se había enamorado de un tal Adriano (presunto sobrenombre del procesado Ibrahim Saliovski, acusado de comprar a la hermana menor de N. y abusar sexualmente de ella) pero cuando hablaba por teléfono con ella, la oía llorar, la notaba muy mal.”

A partir de su venta, N. fue explotada sexualmente en el centro de Barcelona día y noche sin apenas tres horas diarias para dormir. “Pasé hambre, frío, sueño...”. La menor vivía totalmente controlada bajo las amenazas de Adriano que la maltrataba y abusaba de ella sexualmente: “me golpeaba y me violaba mientras me decía que allí no mandaba yo”.

Un día la mandaron en taxi a la Diagonal para hacer un servicio. “Allí vi mi oportunidad de escapar. Cogí mi pasaporte auténtico, que tenían escondido, y fui a los Mossos. Estaba muy confundida... Vieron que tenía golpes en la cabeza y en el cuerpo y me mandaron a un ambulatorio, donde me hicieron pruebas”. Después de denunciar, N. volvió a ser agredida. Tres años después de los hechos, aún vive atemorizada. “Tengo miedo, sufro pesadillas cada noche... Han sido unas bestias.” Y añade: “Ahora lo que quiero es que paguen por lo que le han hecho a mi hermana y a mí.”

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