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No pasa nada

El síndrome de Ulises: sin papeles... ¿sin posibilidades?

Joseba Achotegui, director del Servicio de Atención Psicopática y Psicosocial de Inmigrantes y Refugiados (SAPPIR) del Hospital Sant Pere Claver de Barcelona

“El síndrome de Ulises no es un transtorno adaptativo porque el inmigrante que lo sufre no tiene la posibilidad de adaptarse al nuevo medio en el que vive.”

El psiquiatra Joseba Achotegui ha realizado una rueda de prensa en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UAB para ofrecer detalles sobre el síndrome de Ulises, la patología psicológica que padecen los inmigrantes de cualquier sexo, edad o cultura cuya situación es extrema. El director del SAPPIR afirma que esta enfermedad surge a partir del año 2000, con el endurecimiento de las leyes de extranjería, que no conceden una estabilidad al que llega de fuera.

Las causas del síndrome son múltiples. La soledad que provocan la marginación (sobretodo cuando la persona está en situación ilegal) y la ausencia de la familia y amigos es uno de los factores determinantes. Los bajos ingresos dificultan la perspectiva de traer a los suyos al país al que se ha emigrado y la ausencia de salidas da lugar al fracaso y la impotencia, así como a la imposibilidad de ningún tipo de adaptación. Esto se traduce en síntomas como cefaleas, ansiedad, insomnio o confusión. Pese a todo, en la mayoría de estas personas no existe el deseo de volver a casa. “Sus familias los escogen como a los mejores para mejorar su nivel de vida y por eso se han sacrificado para enviarlos a otro país, a menudo vendiendo bienes inmuebles o endeudándose. Por eso no quieren rendirse. Han puesto sus esperanzas en ellos y si volvieran se sentirían frustrados”, señala Achotegui.

Éste es uno de los puntos que diferencia el síndrome de Ulises de la depresión. Al contrario del depresivo, quien padece este síndrome no sufre apatía o desapego a la vida. El inmigrante, aún en sus inhumanas condiciones quiere seguir adelante. Según Joseba Achotegui, esto se debe a una exteriorización del problema. “El inmigrante percibe su difícil circunstancia como algo externo a él, algo que la sociedad le niega. El depresivo, sin embargo, interioriza su problema”.

Joseba Achotegui reconoce que los pacientes que van a verlo son sólo la punta del iceberg porque existen miles de inmigrantes que se esconden por miedo y no perciben ayuda. Como nota positiva destaca que la sensibilidad social hacia este tema ha crecido en los últimos años. No obstante, señala que el viejo problema del rechazo racial sigue presente: “aunque no lo parezca, todavía hay una fuerte discriminación hacia los negros por culpa de la vieja y arraigada idea de la superioridad blanca”. Achotegui insiste en la necesidad de crear un debate social sobre la inmigración para poder solucionar la precaria situación de los sin-papeles.

1 comentario

Manuel -

Todos somos inmigrantes en mayor o menor grado aun en nuestro hogar