Grúas pero lluvia
No nos sobrecoge que se vaya el sol sino todo lo que conocíamos, sobre lo que recostábamos nuestra alma de niña. Aunque no lo digamos, nos asustan las grúas -monstruosas, tenaces-. Sin embargo, la lluvia prosigue, como nuestros pasos. Y nos reconforta el atardecer, no por la paz que llega, sino porque las sombras de los árboles se recortan más poderosas que las de las malditas grúas.
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sirena_varada -